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viernes, 17 de septiembre de 2010

Verduras gratinadas con queso, pimienta y mantequilla

¿Quién ha dicho que las verduras son sanas y aburridas? Cualquier verdura se puede convertir en una "gochada" con la suficiente cantidad de queso y mantequilla...
Estoy tan acostumbrada al aceite de oliva, hasta para las tostadas, que usar mantequilla para cocinar es casi un acontecimiento, pero de vez en cuando merece la pena darse el capricho. ¡Qué rico! La receta es una mezcla de un plato que me preparó una vez una amiga residente en Suiza (ella lo hizo con brécol y patata) y algunas de las recetas para verduras que tiene Jamie Oliver en su libro La cocina de Jamie Oliver. En concreto, estuve mirando una receta llamada "espárragos trigueros con cualquier queso graso" (a veces me sorprende que se haya hecho famoso con cosas tan simples, pero hay que reconocer que el tipo tiene gracia e inventiva).
Lo único que hay que hacer es hervir un poco las verduras escogidas (en mi caso, patata y espárragos) dejándolas al dente. Recién escurridas las mezclamos con una cucharadita (o cucharada, esto es al gusto...) de mantequilla, las ponemos en un recipiente resistente al horno, espolvoreamos bien de pimienta negra y cubrimos con nuestro queso favorito, mejor si es uno cremoso (yo puse una mezcla de brie y parmesano, que es lo que tenía en la nevera). Lo gratinamos 5 minutos... y a disfrutar!

jueves, 16 de septiembre de 2010

Lentejas especiadas

A simple vista son unas lentejas normales, pero con unas especias y un pequeño cambio en la receta de siempre se convierten en un plato diferente.
La preparación es la que siempre hago en casa, con todos los ingredientes puestos al fuego juntos en frío (lentejas, zanahoria, pimiento, tomate, cebolla, ajo, agua sal y aceite) y triturando al final parte de la verdura para que queden más cremosas. Esta vez, sin embargo, le quería dar protagonismo a las especias de modo que cambié el pimiento verde por uno rojo, más dulce y suave, y no puse laurel como de costumbre; al final añadí una mezcla de especias (1 cucharadita de comino, media de anís verde o matalauva y media de semillas de cilantro) trituradas en el mortero (añadí unas poquitas más de comino enteras, ya en el plato).
Están muy buenas, con un toque muy distinto. Además dice la sabiduría popular que las legumbres ganan mucho con este tipo de especias (no hay más que recordar el hummus con su generosa ración de comino) por la combinación de sabores y también porque todas ellas son digestivas y ayudan a hacer más ligeras las legumbres, así que aun mejor.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Pisto

¿No es bonito? El pisto, además de ser de mis platos favoritos, debe ser uno de los más llamativos por su color. Un huevo bien frito y un poco de pan casero, y ya está la comida hecha (faltaba un poco de jamón de mi tierra, pero eso ya sería un placer de otro mundo!).
Hay tantas recetas de pisto como cocineros en el mundo, yo tampoco tengo una muy exacta (depende de lo que tenga en la despensa) pero más o menos:
-1 calabacín bien grande y fresco -1 cebolla mediana -1 pimiento grande (rojo o verde, al gusto) - (yo he puesto 1 de cada, mediano) -2 o 3 dientes de ajo -4-6 tomates medianos, maduros (o 1 lata grande de tomates enteros) -sal, aceite de oliva, 1 pizca de azúcar, perejil fresco
Escaldamos los tomates para pelarlos, y los reservamos. Se lava y pica el resto de la verdura en el tamaño deseado (yo pico más la cebolla y dejo algo mayor el pimiento y el calabacín). La ponemos a rehogar a fuego medio en una cazuela grande con el fondo bien cubierto de aceite (mejor si tiene algo de profundidad, porque luego salta un poco) en este orden: primero cebolla, luego pimiento y por último el calabacín y el ajo. Cuando la cebolla empieza a ponerse transparente se añade el tomate muy picado, incluso triturado. Se baja un poco el fuego y se deja reducir, removiendo con frecuencia, hasta que el tomate evapore todo el agua y empiece a formar una salsa cremosa (1/2 hora aproximadamente). Se añade sal, perejil y una pizca de azúcar si hace falta, y listo. Se puede envasar aun caliente si no se va a consumir.
Edito para poner un truquito que se me había olvidado: si lo queremos espesar, especialmente si usamos tomate triturado, se puede poner un poco de manzana picadita con el tomate: la pectina de la manzana ayudará a darle textura.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Lasaña de verduras a la parrilla

Lo bueno de que el verano se vaya acabando es que, al menos, se vuelve a los guisos y a los platos calientes (quien no se consuela es porque no quiere...)
Hoy, una lasaña de verduras, un plato con pocos ingredientes, aunque de preparación menos sencilla de lo que uno espera: el truco, aparte de una buena bechamel (se puede comprar preparada si no es nuestro fuerte) es dejar las verduras en su punto, y eso tiene su dificultad (además, lleva un rato si no tenemos una parrilla grande). Para 2 personas se necesita:
-1 berenjena mediana -1 calabacín pequeño -1 tomates maduros pero no blandos -aceite de oliva Para la bechamel: -1 cucharada de harina -2 cucharadas de aceite -1 vaso de leche -sal, pimienta blanca y/o nuez moscada -queso rallado
Cortamos las verduras en rodajas (mejor finas, porque así el montaje será luego más fácil). La berenjena es mejor cortarla una hora antes y dejarla con sal en un colador para que pierda amargor, después la limpiamos bien. Preparamos las verduras en una plancha o parrilla, al gusto (yo he dejado más hecha la berenjena y algo menos el tomate y el calabacín). Preparamos la bechamel tostando la harina en una sartén o cazo con el aceite e incorporando poco a poco la leche sin dejar de remover hasta que esté cremosa y sin grumos. Ponemos sal y especias al gusto. Montamos las verduras en capas en un plato resistente al horno, ponemos encima bechamel y queso rallado y gratinamos unos minutos en el horno.
Como es obvio, hay mil variantes: se pueden cambiar las verduras (champiñones, espárragos...) o poner el tomate confitado o en salsa. Si la queremos más gocha, podemos alternar capas de queso y bechamel entre las verduras, o si la queremos más ligera, preparar las verduras al horno... en fin, lo que uno quiera.

viernes, 3 de septiembre de 2010

De panes y otras comidas en Cataluña

A estas alturas decir que Cataluña es preciosa y que se come de lujo es una obviedad. A pesar de ello, y aunque yo iba sabiéndolo (no es la primera ni la segunda vez que voy) me volvieron a sorprender las cosas que vi y probé por allá. Esta vez fue un viaje cortito entre Girona y Barcelona, visitando a amigos; cómo no, además de visitar la ciudad, ver exposiciones etc. me propuse visitar algunas de las tiendas y panaderías de las que había oido hablar (menos mal que mi mozo es comprensivo y ya no se extraña ante estos planes "panaderiles"...). Os dejo algunas recomendaciones.
En Girona estuvimos muy poco tiempo, menos del que nos hubiera gustado, pero aun así encontramos dos sitios estupendos para comer: por la noche cenamos en un sitio precioso, el Café Le Bistrot, donde entre otras cosas sirven una especie de pizzas sobre pan payés, generosas y muy ricas (como muestra, algunas de las que pedimos nosotros: queso y jamón con higos, de butifarra de perol...). Al día siguiente comimos en el pequeño restaurante Vintages; nos llamó la atención el precioso "escaparate", decidimos entrar y acertamos: peus de porc (manitas) rellenas, hamburguesa de ternera irlandesa con salsa de cerveza negra y mostaza a la antigua, tarta Tatin de manzana y un vinito francés... Mmmmm! No quiero olvidarme del sitio donde dormimos ese día, el B&B Girona, un sitio precioso en pleno centro, en el que su dueño, Joan, nos dejó un desayuno estupendo.
Os dejo una foto de la panadería que visitamos en Girona, La Antiga Casa Bellsola; no me dio tiempo a preguntarles nada sobre los diferentes panes que tenían ni su forma de fabricarlos, pero desde luego me dio una envidia loca comprobar que tanto en Girona como en Barcelona las panaderías "normales" son todas estupendas, con toda esa variedad tan bien expuesta, y que hay una en cada esquina. Aquí apenas compré una barra rústica, muy tostadita (esas oscuras de arriba) para una cena que teníamos esa noche. En cuanto me descuidé mi amigo Q., catalán, la había entomatado entera, así que no pude probarla a secas, pero desde luego estaba bien rica. El viaje siguió en Barcelona. Paseando por Gràcia encontramos, por casualidad, la nueva tienda de BarcelonaReykjavic , de la que tanto había leido. La verdad es que el sitio es precioso, y los panes tenían una pinta estupenda (además, venden pan al peso, que es una idea estupenda). Como acabábamos de comer sólo probé el pan que daban a probar, uno de espelta, que estaba muy rico, y compramos además un muffin de chocolate y un pequeño brioche con pepitas de chocolate. Ahí llegó el susto, porque las dos cosas nos costaron... ¡casi 4 euros! En fin, que para un capricho de un día vale, pero para todos los días es mucha tela, me temo. Mucho mejor me pareció Baluard, en la Barceloneta, donde compré los panes de la foto de arriba (de aceite, y de trigo y centeno). Me encantaron, sobre todo porque es una de las pocas veces que encuentro un pan tan ácido en una panadería, con un sabor tan de casa. Fue una pena que no me dejaran hacer fotos... Por último, aunque creo que esto ya lo conoce mucha gente, fui a comprar harinas y otras cosas a Renobell, en el Born; para los aficionados a la cocina y a la panadería, un sitio donde se puede pasar una tarde curioseando. Por favor, ¡que abran una en Madrid!