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viernes, 31 de mayo de 2013

(No, no estoy en Lisboa)

Pero podría parecerlo:
Siempre me ha parecido extraña la falta de lugares en Madrid en los que poder comprar o tomar productos portugueses; afortunadamente esto está cambiando, y hace pocos meses M.A. vino muy contento a contarme que había encontrado una pastelería llamada Lisboa, en la que tenían entre otras muchas cosas pasteles de nata. Ahora cada vez que pasamos por allí paramos a tomar un café y algo más; hoy tenía que ir por allí por trabajo y a la vuelta he traído este pequeño botín:
Es una pastelería pequeñita y muy agradable, en el interior la madera oscura y el ambiente tranquilo hacen que te sientas un poquito en Portugal; además de los pasteles que yo he comprado tienen otros bollos de allá, entre ellos el bolo rei, el hermano portugués de nuestro roscón. 
Los que yo he probado están bastante buenos (a mí me gustaría que los pasteles de nata los tostasen un poquito más por abajo, pero como dice M.A. yo soy un poco pijotera para estas cosas). Es una suerte poder encontrar estas cosas en Madrid, para los que de vez en cuanto tenemos algo de saudades del país vecino o para todos aquellos que nunca han ido y se preguntan cómo es y a qué sabe un natas
No sé si ha sido moda o casualidad, pero poco tiempo después abrió relativamente cerca Real Cake, también dedicada a vender pastelería portuguesa, aunque con otro planteamiento. Son dos sitios diferentes: el primero es más singular y más tranquilo, para sentarse allí a probar alguno de los pasteles que exhiben con un buen café y a lo mejor hasta hablar un poco con el dueño, un señor portugués callado pero simpático; el segundo invita más a comprar para llevar, con mucha variedad, aunque quizá no tan auténticos. Pero no se trata de elegir uno, sino de celebrar esta novedad y que cada vez hay más oportunidades para encontrar y probar aquí en Madrid algunos sabores  portugueses: estos dos, y alguno más que me han chivado y que espero probar en breve.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Croquetas de morcillo guisado

Benditas sobras.
No aburro con la receta completa porque ya hay muchas de croquetas en el blog. Las cantidades:
-1 tazón pequeño de sobras de guiso de morcillo, desmenuzado (con sus verduras y salsa)
-1/2 litro de leche entera
-3 cucharadas de harina
-6 cucharadas de aceite
-sal, pimienta y/o nuez moscada
-huevo y pan rallado para empanar
Que la harina quede bien tostada sin quemarse. Mucha paciencia con la bechamel, hasta que tiene el punto justo. Se prueba, se prueba y se vuelve a probar. Se extiende. Se rebaña la sartén (el privilegio es de quien la hace, digan lo que digan los demás...) Enfriar con film para que no forme costra. Hacer las croquetas. Freír con cuidado para que no se abran. Comer con una rica ensalada.
(Ah sí; el guiso de morcillo llevaba la carne, cebolla, ajo, zanahoria, jerez y un largo rato de cocción).

lunes, 27 de mayo de 2013

Galette de manzana

Una tarta de manzana bastante fácil y muy rica. Es totalmente cierto eso que dicen sobre evitar hacer experimentos reposteros cuando vas a llevar el postre para una comida, pero esta vez me arriesgué y por una vez salió bien. 
Se trata de una base de masa de galleta rellena con manzana (no lleva crema, ni nada más) y plegada en los bordes. La única complicación de la receta es conseguir el punto de la masa para que sea fácil extenderla sin que se rompa, pero como es una tarta un poco rústica tampoco pasa nada. A mí me quedó blanda de más y no fui capaz de extenderla lo suficiente, y además no hice un relleno extendido, así que quedó una tarta pequeñita pero buena, muy crujiente por fuera y con la manzana jugosa.
La receta que seguí, para variar, es una mezcla de varias que fui leyendo, básicamente las de Smitten KitchenTest 4 the Best y L'Exquisit. Al final, la que yo preparé fue así:

Para la masa
-140 g de harina (mezcla de harina floja y un poco de integral)
-70-80 g de mantequilla
-1 pellizco de sal
-ralladura de limón
-2 cucharadas de azúcar
-agua muy fría, 3 o 4 cucharadas
-opcional: 1 huevo, también frío

Para el relleno
-3 manzanas (en mi caso reinetas)
-zumo de 1/2 limón
-unos 50-60 g de azúcar (mezcla de blanco y moreno, en mi caso)
-1 cucharadita de canela
-1 cucharada de maicena
Para acabar, unas almendras fileteadas o picadas

Primero se prepara la masa: se puede hacer con o sin huevo, la masa en general se hace sólo con mantequilla y agua fría como líquidos pero como yo iba a abrir el huevo para pintar el borde añadí una parte a la masa. Se empieza mezclando los ingredientes secos (harina, azúcar, ralladura y sal) con la mantequilla fría cortada en daditos. Tiene que quedar como unas migas. Se agrega entonces el líquido (huevo y/o agua) poco a poco, sólo lo suficiente para formar una masa con la que podamos hacer una bola que no se desmigue, amasando lo mínimo posible. La envolvemos en papel film y la enfriamos una hora.
Precalentamos el horno a 180º-200º. Pelamos las manzanas (reservamos las pieles), las cortamos al gusto (en rodajas finas o en gajitos) y las mezclamos con al zumo, el azúcar, la canela y la maicena. Extendemos la masa con cuidado en una superficie enharinada, formando un círculo; si se pega al rodillo se pueden usar hojas de papel de horno. Repartimos la mezcla de fruta sobre la masa, bien haciendo una capa fina y formando un dibujo con la fruta o en plan rústico. Doblamos el borde, sellando los pliegues con los dedos. Si la masa es frágil y se rompe se puede "reparar" mojando las manos en agua. 
Si queremos un acabado brillante pintamos con el huevo que haya sobrado y espolvoreamos las almendras si las hemos usado; también podemos pintarla con mantequilla derretida, o sin  nada; se hornea unos 30-40 minutos o hasta que haya cogido un bonito color dorado.
Mientras se hornea se cuecen las pieles y corazones de manzana con un poco de agua y azúcar hasta hacer una especie de almíbar con el que pintaremos la fruta al sacar la tarta del horno, esto le da un acabado brillante y evita que se reseque; también se puede hacer diluyendo un poco de mermelada con agua. 
Se deja enfriar, y se sirve.

La receta escrita es larga pero la preparación es bastante sencilla, dado que no hay que preparar cremas ni elaborar demasiado ningún producto. También se puede hacer con otras frutas (en verano con fruta de hueso, o añadiendo fresas o frambuesas con la manzana, etc.) y, si no ponemos azúcar en la masa, con ingredientes salados; también, hacer tartas individuales... En internet hay un montón de recetas estupendas para experimentar, seguro que alguna cae pronto por aquí.

viernes, 24 de mayo de 2013

"Soda bread" con melaza, avena y pasas

O, aunque parezca mentira, el pan que haces deprisa y corriendo por la noche cuando te das cuenta de que no tienes pan para el desayuno. 
El pan de soda, para quien no lo haya oído nunca, se hace con bicarbonato o levadura química y por lo tanto no fermenta, crece directamente en el horno; la masa se prepara en lo que tarda en calentarse el horno, así que se puede tener listo en una hora más o menos. Yo he de reconocer que mi primer intento fue un fracaso, no tenía muchas esperanzas en éste y sin embargo me ha sorprendido. 
La receta básica de un pan de soda es harina (integral, o una mezcla de ésta y harina floja), bicarbonato, sal y buttermilk, porque se necesita algo que dé acidez para que active el bicarbonato. Si no se tiene buttermilk, que es lo normal, se puede cambiar por una mezcla de leche y agua, o -como en mi caso- leche templada y acidificada con un poco de limón. A partir de ahí a la receta se puede complicar todo lo que se quiera. Yo me inspiré en recetas como ésta o ésta, y puse avena, unas pasas y - aprovechando que lo compré el otro día para otra cosa - un poco de black treacle o melaza oscura. Al final la receta quedó así:
-250 g de harina floja o de repostería
-150 g de harina integral (estas proporciones pueden variar)
-1 cucharada de mantequilla
-1 cucharada generosa de treacle
-1 cucharadita y media de bicarbonato
-1 cucharadita de sal
-250 ml de leche templada con unas gotas de limón (puede que haga falta más, depende de la harina)
-un puñado generoso de pasas y copos de avena, esto al gusto
Se calienta el horno a unos 200º-220º. Se mezclan los ingredientes secos y por otro lado los húmedos, procurando que la melaza quede bien disuelta para que no queden grumos en la masa. Se junta todo y se amasa muy poco en el mismo recipiente, lo justo para que todo se integre bien; queda una masa un poco pegajosa. Se puede dar forma de bola, aplastarla un poco y hacerle una cruz profunda (si la consistencia lo permite) o ponerla en un molde engrasado, que es lo que yo hice. Se hornea entre 40-50 minutos, hasta que coge un color dorado; si nuestro horno es muy fuerte se puede hornear tapado con papel de aluminio la primera media hora.

Es un pan peculiar, empezando por la textura - que está a medias entre un pan y un bizcocho - y terminando por el sabor, que se extraña si no se está acostumbrado a la melaza. A mí sí que me ha gustado, aunque echo de menos un punto más dulce, que quizás se consigue poniendo también algo de miel. A M.A. no le ha gustado tanto, y sin embargo a P., que también es panarra, sí. Yo creo que en cualquier caso la receta base (sin melaza ni añadidos) es una buena opción para emergencias como la que decía, pues es fácil y sobre todo muy rápida.  
Y ésta es la preciosa lata de treacle:
Tenía ganas de conseguirlo para recetas como ésta, también porque me encanta el envase y después lo guardaré para lápices u otra cosa. Aunque es un producto británico lo encontré en Madrid en Taste of América, escondido entre esas cosas raras que comen por allí y que no contienen ni rastro de producto natural alguno (como la pasta de marshmallow o los fondants... puaj). No es que sea un ingrediente básico en la cocina, yo lo he comprado porque tenía mucha curiosidad, y porque tengo algunas recetas antiguas de pasteles de melaza que si no hago yo en casa difícilmente podré probar. Pero si no se consigue melaza, se puede sustituir por miel de caña, más fácil de encontrar.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Crema de colirrábano

Otro descubrimiento de las fruterías chinas del barrio. El otro día encontré que tenían colirrábanos (pongo su enlace en inglés, kohlrabi), que quería probar hace tiempo, y me llevé una pieza a casa para probar. Busqué muchas recetas y al final me decidí por la más sencilla, una crema con un poco de patata para ver a qué sabía sin enmascararlo demasiado. 
Simplemente pelé y limpié bien el colirrábano, lo troceé y lo cocí con un par de patatas, sal y unas gotas de aceite; después lo trituré todo con parte del caldo y un poco de leche, ajustando la consistencia a lo que quería (lo suyo hubiera sido nata o mantequilla, pero... no tenía). Como otras veces, la serví con unas migas de pan de maíz pasadas por una sartén con un poco de perejil.
Se podría haber hecho una receta más compleja usando un caldo de pollo o añadiendo otras verduras, pero esta vez quería conocer el sabor casi a secas. Está muy bueno, había leído que se parece un poco al sabor de los tronquitos de la coliflor o el brécol, y sí que recuerda un poco, pero también un poco a nabo... no sé, desde luego me gustó, y probaré a prepararlo en otras recetas como las que sugieren en The Guardian. Como dicen en ésta y otras webs, hay que buscar piezas firmes y mejor las pequeñas, pues las grandes pueden empezar a ahuecarse y ponerse fibrosas, como les pasa a los rabanitos.
(Sí, es un poco feote)
Una de las razones por las que quería probarlo es porque lo había visto hace años en un precioso libro de horticultura que siempre rondaba por mi casa, Horticultura práctica de Dick Raymond, donde también vi por primera vez el ruibarbo o las aguaturmas, entre otras cosas. También, porque es ese tipo de cosas tan raras de encontrar que son precisamente las que te planteas poner en el huerto, pero prefería probar primero para saber si merecía la pena; creo que sí. El año que viene probaremos.

lunes, 20 de mayo de 2013

Mermelada de nísperos

Los nísperos son una fruta a la que nunca he hecho mucho caso, mi familia no es muy devota de esta fruta así que nunca ha despertado mi curiosidad... hasta ahora. Al lado del huerto hay un nisperero, del que mi hermana y mi sobrina comen a veces alguna pieza, y el otro día al pasar por allí vi que muchos frutos ya estaban madurando; me dio pena pensar que la mayoría acabaría en el suelo, así que me llevé unos pocos a casa para probar a hacer mermelada con ellos. Aquí está, y muy rica por cierto, seguramente haré más:
La fórmula es muy parecida a la de otras mermeladas que he preparado en el blog: la fruta se limpia, deshuesa y pela (quitando además las pieles que recubren los huesos); se pesa, se añade aproximadamente la mitad de su peso en azúcar y unas gotas de limón, y se cuece a fuego lento removiendo hasta que tiene la consistencia adecuada, con cuidado para que no se pegue al fondo. Hay que dejarla un poco más líquida de lo que la queremos, pues tienen mucha pectina y al enfriar espesa mucho más. 
Yo usé esta vez unos 750 g de nísperos (peso ya limpios y troceados), unos 350 g de azúcar y unas gotas de limón, lo que dio para unos 2 botes pequeños de mermelada. Al cocerse pierden una parte del aroma ácido que tienen en crudo, y queda una mermelada muy parecida a la de albaricoque o melocotón, quizás un poco más ácidas que éstas. Se puede comer como cualquier otra, en tostadas, etc. Yo hoy a la manera favorita de M.A., con yogur:
Éste es el arbolito, al que a partir de ahora le haré más caso: 
Y éstos los nísperos; alguno aún debía madurar algo más, pero en la mermelada con tanto azúcar eso no se aprecia:
Los que tengan curiosidad y no tengan a mano un nisperero pueden hacerla con fruta comprada... en mi barrio empiezan a verse en todas las fruterías; ayer, al pasar por una de chinos, vi este cartel de oferta de "níspelos" que dejo aquí porque me hizo mucha gracia (como cuando venden "rechuga", patata "monarisa" y otras variedades similares, vaya lío que tienen con la "r" y la "l"... :)
En cuanto al huerto, parece que últimamente empezamos a tener algo más de mano, aunque lo que tenemos es sobre todo mucha suerte porque con el poco tiempo que le dedicamos le dedicamos la verdad es que nos da muchas alegrías; además de los brécoles del invierno, ya cogemos con frecuencia lechugas, acelgas, fresas (deliciosas), esperamos tener pronto zanahorias, patatas y cebollas, y más adelante tomates, pimientos, berenjenas y calabazas. 
Pero sin duda una de las cosas que más alegría me ha dado ha sido comprobar que es posible plantar ruibarbo en una zona tan calurosa y árida; hace ya bastante tiempo que un amigo me regaló las semillas a cambio de pasarle después algunas plantas cuando hubieran crecido; yo me dediqué a leer un poco sobre el asunto pero había poca literatura sobre el cultivo de ruibarbo para este clima, así que asumí que no prosperaría, y especialmente partiendo de semillas (lo normal es hacerlo dividiendo un rizoma de una planta madura). Aprendí alguna cosa en internet, por ejemplo en este artículo, aunque casi toda la información valiosa está en inglés.
Al final han superado este primer año muchas de las plantas, si bien con grandes diferencias: algunas están realmente raquíticas y después del invierno han brotado con poca fuerza; sin embargo dos de ellas, y una en especial, parecen estar a gusto en el huerto y están dando muchas hojas (y haciendo de casa para las hormigas, que no sé por qué adoran estas plantas), así que este año espero coger una pequeña primera cosecha de pencas para hacer algún pastel o mermelada y el año que viene espero dividirlas y obtener más plantas a partir de éstas. 

(Sí, tengo que quitar las malas hierbas...)

viernes, 17 de mayo de 2013

Açorda alentejana (o qué sabios son mis vecinos)

Para quien no la conociese, la açorda es la sopa de pan de Portugal, algo así como nuestras sopas de ajo. Las hay de bacalao, de marisco... pero la típica açorda alentejana es una sopa pobre, que se hace con unos poquitos ingredientes: pan, ajo, aceite, agua, huevo y las hierbas que se tenían a mano (cilantro o poleo); y, si se tiene a mano, algo de bacalao. Una vez más, una sabia receta de supervivencia que se hace con poco y sabe a mucho.
Para hacer la açorda para 1 persona se necesita:
-1 diente de ajo
-3 o 4 ramitas de cilantro (se puede hacer también con poleo)
-1 rebanada de pan asentado, mejor si es un pan consistente como el alentejano
-aceite de oliva
-1 huevo
-agua y sal
Se pone a cocer el agua con un poco de sal; mientras tanto se maja bien en un mortero el ajo y el cilantro con una pizca de sal, y se añade al final un poco de aceite. En el cuenco o plato donde se va a servir se pone el pan y el majado; en el agua se escalfa el huevo (a mí, ejem, me quedan siempre fatal...) y se pone también en el plato, Por último, se riega todo con el agua hirviendo, y se ajusta de sal si hace falta.
Como con las sopas de ajo, cada casa tendrá su versión: hay quien pone el pan al final, quien pone más o menos ajo y hierbas, quien aprovecha el caldo de cocer bacalao y añade unas lascas... lo mejor es hacerla y aprender cuál es la que más nos gusta a nosotros. A mí me gusta bastante, y eso que hasta hace unos años no podía ni ver el cilantro, ahora me encanta. Y sí, el ajo va en crudo... no queda tan fuerte como cabe esperar, pero si a alguien le da miedo, supongo que se puede españolizar la receta y sofreírlo antes. 
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Yo la he preparado esta vez aprovechando que aún tenemos unos días fríos y ventosos por aquí; tenía ganas desde que la semana pasada fuimos a pasar un par de días al otro lado de la Raya:
Siempre me ha parecido mágico que simplemente pasando cierta línea invisible uno tenga la sensación de estar en otro lugar tan distinto (se nota en el paisaje, en la arquitectura, en la comida...), y sin embargo me sienta allí tan en casa. Cada vez que voy redescubro lo mucho que adoro el Alentejo: esa calma, esa sobriedad elegante de los pueblos y la gente, la rotundidad y sencillez de su cocina, que siempre me sorprende... creo que los extremeños tenemos mucho en común con ellos, pero por alguna razón me parece que allí aún conservan intactas cosas que nosotros ya hemos empezado a olvidar. 
El breve viaje mereció la pena desde que salí de Badajoz, pues el paisaje de la carretera que va a Portugal por Olivenza y Alconchel es realmente precioso, y con las lluvias de este año está lleno de flores que hacen que te quieras parar cada 50 m a disfrutar de la vista. Una vez en Portugal, la estancia estuvo dividida entre los largos ratos con los amigos en el campo (al borde del pantano de Alqueva):
... y los pueblos de la zona: Mourão (donde comimos un rico cozido de grão, con su hierbabuena y todo, y un delicioso bolo rançoso, de cidra y almendra) y también Monsaraz. Este último estaba precioso ese día al atardecer, casi desierto, con una belleza triste y fantasmal:


Fue un viaje muy muy breve, pero la verdad es que volví como si hubiera estado allí una semana; por el sitio, por la compañía, porque había gente a la que no veía hace tiempo, por mis sobrinos, por olvidarme del teléfono y pisar el suelo descalza, por el silencio, por el sol y el cansancio que te hacen caer rendida, y hasta por los bichos. 

viernes, 10 de mayo de 2013

Bollos suizos

Una entrada rápida para acordarme de cómo preparé estos bollos suizos, que he hecho para mi hermana y (creo) que han quedado bastante bien. La clienta al menos así lo ha dicho.
Como eran para regalar no me ha dado tiempo de esmerarme mucho con las fotos ni hay foto de la miga, pero estoy bastante contenta con el resultado, muy ricos y de miga ni demasiado seca ni demasiado pesada. 
La receta está basada en la que se colgó en El Foro del Pan, adaptada a la cantidad de quería hacer, al calor que hace aquí y a mis manías personales; básicamente lo que he hecho ha sido reducir las cantidades y ajustar un poco a la baja el porcentaje de azúcar y levadura. En resumen, la receta para 8 bollos fue ésta:
-400 g de harina de fuerza
-80 g de mantequilla (en mi caso, salada)
-50 g de azúcar, y algo más para decorar
-2 huevos
-85 g de leche y algo más para ajustar (en total debieron ser 100-110)
-10 g de levadura fresca, o menos si hace mucho calor
-1 cucharadita de agua de azahar, o un poco más si nos gusta mucho
Se templa la leche y se mezcla con la mantequilla y el agua de azahar; se baten los dos huevos, se reserva una parte para pincelar luego los bollos y el resto se mezcla con lo anterior. Se añade el azúcar y por último la harina y la levadura. Se trabaja la masa, se ajusta la consistencia si hace falta con un poco de leche (yo no la hice muy pegajosa, dejé una masa fácil de amasar) y se sigue hasta que podamos formar una bola suave, tersa y elástica. Se deja en un bol aceitado hasta que dobla el volumen o algo menos.
Entonces se amasa ligeramente para sacar el gas y se forman bolas del tamaño deseado; se pueden estirar ligeramente si no los queremos redondos del todo. Se pintan con huevo y dejan levar de nuevo hasta que doblen de tamaño, resguardados para que no se resequen (hay quien los cubre con film, pero a mí no me gusta porque a veces se pega y quedan feotes); se vuelven a pintar con huevo, se espolvorean con azúcar y se hornean a horno fuerte (220º o incluso más) unos 10-15 minutos en función del tamaño que les hayamos dado. En el foro recomendaban hacerlos así porque quedan más tiernos, y yo creo que funciona, pero hay que tener cuidado para que no se quemen y se hagan por igual por arriba y abajo.

Se pueden hacer variaciones, hacerles un corte central, prescindir del azahar o poner más azúcar, hacerlos más grandes o pequeños... pero es una estupenda receta de base.

domingo, 5 de mayo de 2013

Trujillo, queso (y dulces)

Una parada en Trujillo siempre merece la pena, sobre todo si coincide con la Feria del Queso que se celebra allí cada año. Cómo no, el protagonismo lo tienen los quesos de la comunidad (de Iboresde la Serena y del Casar), en todas sus variantes (¡y tamaños!):
Es la primera vez que iba y elegimos el jueves, porque nos venía de paso y porque creímos que sería el mejor día para disfrutar de ello evitando las aglomeraciones del fin de semana; no nos equivocamos, estaba muy animada pero no agobiante, se estaba muy bien. 
Como ya dije, la mayor parte de los participantes eran queserías extremeñas, con quesos de cabra y oveja en su mayoría, de los que probamos bastantes; sin embargo, también había algunos stands de quesos portugueses y de otras comunidades (Galicia, Castilla y León, Madrid, Baleares...). Por último, el país "invitado" era Francia, de la que había una gran selección de quesos que trajo Poncelet. Lo que resultaba interesante era ir alternando los quesos españoles con éstos, y darte cuenta de lo diferentes que son en texturas, sabores y fabricación; nosotros probamos varios de los franceses, y al final nos llevamos un Langres de los de la foto, delicioso.
Hice menos fotos de las que me hubiera gustado, sobre todo de los quesos locales, pero bueno, sirve para darse una idea; además de probar muchos tipos, lo interesante fue hablar con algunos de los pequeños productores, que te contaban cómo hacían sus quesos, la diferencia con otros similares etc.
También así te das cuenta del planteamiento de cada uno, y de la gran diferencia que hay entre aquellos que buscan hacer un gran producto y los que aparentemente buscan sobre todo vender: en este sentido, recuerdo la pequeña decepción que supuso probar los de dos queserías muy de moda, cuyos quesos habíamos visto ya en muchas tiendas y que sin embargo no nos parecieron nada del otro mundo; tampoco lo poco que nos quisieron contar de ellos nos convenció demasiado. Por el contrario, volvimos sorprendidos por los quesos de Los Payuelos, con una pequeña producción de quesos artesanales (y unos de los más ricos que probamos en la feria) y cuyo dueño estuvo hablando largo y tendido con nosotros, contándonos cada detalle. Un gran descubrimiento.
También nos gustaron bastante los quesos de Mahón de Son Mercer de Baix, las tortas, los quesos de cabra de Los Ibores, en  mi caso especialmente los no pimentonados (no sabemos la quesería exacta porque lo catamos en el stand de la Denominación de Origen) y, por último, los espectaculares quesitos alentejanos de la quesería Monte da Vinha, de los que nos trajimos varios tipos. Lamentablemente, de los mejores quesos que probamos no hay foto, estábamos muy concentrados disfrutando...
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Volviendo de la Feria estuvimos comentando todo esto y otras cosas que creo que merece la pena dejar aquí (y que si alguien de la Feria llega a leer, espero que le resulte útil...):
Como ya comenté ésta era la primera vez que estuvimos, y desde el primer momento nos sorprendió bastante el ambiente de la plaza, el tamaño de la feria y la cantidad de expositores; no podemos comparar con ediciones anteriores ni con otras ferias similares, pero nos pareció que era una fiesta gastronómica que todavía no ha agotado todo su potencial, y que puede ganar aún más importancia si cuidan un poco la organización, los detalles y la forma de darse a conocer.
A cambio, tengo un par de pequeñas críticas: la primera es sobre el sistema de catas, que va con tickets: compras un bono de 10 degustaciones que cuesta 5€ y vas por cada stand probando lo que quieres. Está muy bien pensado, salvo porque te limita un poco no poder comprarlos sueltos y porque lo que te ofrecen a cambio varía mucho dependiendo del puesto, en algunos casos una cantidad justa y en otras ridícula; ya sé que el queso es un producto caro, pero hay que tener en cuenta que el objetivo de la Feria es darlo a conocer y no sólo sacar tajada. Lo mismo se puede decir de la presentación y forma de servirlo (a veces te lo cortaban/untaban en el momento, en otros estaba amontonado en grandes bandejas ya servido sobre pan), y de la simpatía de los que atendían, que dependía mucho del puesto (en los que he citado más arriba todos fueron muy amables, la verdad)... pero eso ya es cosa de cada uno.
Lo segundo es sobre la calidad del pan, que ya sabéis que es manía mía: los únicos que ofrecieron un pan en condiciones eran los portugueses y los de Poncelet. Creo que no se puede acompañar un queso de calidad (algunos además con pretensiones gourmet) con un pan tan malo, es mejor servirlo solo, como hacían algunos de ellos.
Con pan y todo todo, la Feria es una gran celebración del queso, que sin duda merece la pena y que espero que en los próximos años se amplíe y mejore.
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A la vuelta, una rápida parada técnica en la Pastelería Basilio...
... de la que nos trajimos un estupendo bollo dormido, para desayunar y para colgar una foto que le haga justicia, que los que yo hice estaban buenos pero la moña se quedó en nada :) Así debe quedar, bien tostado:
Y todo eso, en apenas unas poquitas horas; no dio tiempo a más, ni quedó sitio para tomar unas migas o un plato de moraga. El año que viene, si es posible, más.