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jueves, 1 de mayo de 2014

Fresas con leche (casi como en el verano de mi infancia)

Obviamente no escribo esto para colgar la receta de las fresas con leche; sólo se trata de mezclar fresas, leche y azúcar. Lo difícil, claro, es que sepan como las que hacía la abuela en verano, en La Antilla (Huelva), con fresas de la zona que se quedaban enfriando en la nevera hasta que la leche se empapaba completamente de su color y sabor; ya se sabe que es prácticamente imposible replicar los sabores que se recuerdan de la infancia.
Sin embargo las de hoy me han recordado un poquito. La gran diferencia es que las fresas estén en el punto exacto de madurez; el resto lo hace un poco de reposo. Se pueden hacer muchas cosas con las fresas, pero yo creo que si son buenas la preparación más sencilla es la mejor, como pasa con un buen tomate.
Lo bueno de tener fresas en el huerto es que te puedes permitir cogerlas en el momento perfecto, ya dije que sólo por ellas ya merece la pena tenerlo. La verdad es que a mí me gustan cuando están casi al borde de pasarse, y sobre todo comerlas recién cogidas y todavía templadas de haber estado al sol: habrá quien no se lo crea, pero a mí me parece que un par de horas después ya no saben igual. 
El color da la pista para saber las que ya están en su punto: las tres de la foto son preciosas, pero la de abajo es la más rica. Están mejor cuando ya no hay blanco alrededor de las hojitas, el rojo se hace más oscuro y las semillas ennegrecen; al cortarlas o morderlas ya no están del todo tersas, han empezado a ablandarse ligeramente. Ese es el momento preciso. 
A veces las dejas para esperar que cojan el punto, y al día siguiente esas fresas ya han recibido algún mordisco de los bichitos que hay en el huerto, que eligen precisamente ésas; no puedes enfadarte, hay que comprender que quieran compartir algo así.

2 comentarios:

  1. Qué bonitas las recetas que nos recuerdan a la infancia :). Y es verdad que es difícil conseguir recrear con exactitud los sabores que conseguían las abuelas...
    Me encantaría tener un huertecito con fresas. A mí también me gustan en ese momento de maduración, aunque visualmente no sean tan bellas como otras. Y te creo en que saben mejor recién cogidas, al menos a mí me pasa lo mismo con otras frutas que sí he podido recolectar (y saborear) en el momento.

    Un abrazo

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  2. Hola Liliana!
    Lo del huerto es una maravilla, y eso que como ya he contado yo al mío le hago más bien poco caso. Pero una macetita con fresas se puede tener, si tienes una ventana en la que dé algo de sol. Ilusiona mucho ver cómo van saliendo y madurando. Yo ahora he puesto lechugas en el balcón, no creo que lleguen a mucho pero como las veo cada día cuando que les sale una nueva hoja me encanta.
    Lo de los sabores de la infancia es imposible, yo creo que los recuerdos lo mejoran todo porque hay cosas que por muy simples que sean ya no saben igual; pero es una bonita motivación para cocinar :)
    Un beso

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